1986 - Black Celebration - Depeche Mode
A-
Black Celebration
Fly On The Windscreen (Final)
A Question Of Lust
Sometimes
It Doesn't Matter Two
A Question Of Time
Stripped
Here Is The House
World Full Of Nothing
Dressed In Black
New Dress
But Not Tonight
Mejor canción: "Black Celebration" y "Stripped"
En 1982, apenas unos meses después de que su disco debut saliera a la venta y colocara con éxito algunos sencillos en la radio, los miembros de Depeche Mode se encontraron con la inesperada noticia de que su compositor principal, Vince Clarke, abandonaba el grupo.
Harto de las giras, las entrevistas, los autógrafos y todas esas cosas que las estrellas pop están casi obligadas a hacer, Clarke estaba decidido a continuar por su propia cuenta, y vaya que no le fue tan mal, en lo que refiere a lo monetario.
El resto del grupo, si bien estaba hasta cierto punto devastado por la sorpresiva partida de su hasta entonces líder, se hallaban igualmente decididos a continuar con el proyecto y reemplazar a Clarke. Su respuesta a esta crisis como banda fue un anuncio en el diario musical NME, en el que sin decir quiénes eran solicitaron a un tecladista menor de 21 años.
Harto de las giras, las entrevistas, los autógrafos y todas esas cosas que las estrellas pop están casi obligadas a hacer, Clarke estaba decidido a continuar por su propia cuenta, y vaya que no le fue tan mal, en lo que refiere a lo monetario.
El resto del grupo, si bien estaba hasta cierto punto devastado por la sorpresiva partida de su hasta entonces líder, se hallaban igualmente decididos a continuar con el proyecto y reemplazar a Clarke. Su respuesta a esta crisis como banda fue un anuncio en el diario musical NME, en el que sin decir quiénes eran solicitaron a un tecladista menor de 21 años.
Uno de los que llegaron a leer esta publicación fue un tal Alan Wilder, un joven que, pese a su corta edad, era ya un músico experimentado y había estado en algunas otras bandas. Según relata Dave Gahan, las audiciones para sustituir a Vince Clarke resultaron tan extrañas como entretenidas, y gente de toda clase acudió a probar su suerte: extravagantes personajes y un montón de gente bien vestida lucieron sus más elegantes ropas y dotes histriónicos, pero también sus escasas habilidades con los sintetizadores.
Cuando fue el turno para Wilder —quién había mentido respecto a su edad, pues en realidad tenía 22 años—, el grupo quedó no sólo azorado por sus habilidades, sino intimidado también. Y al momento en que aquél punkie-goth de corte glam y pelos alborotados comenzó a tocar con facilidad todo aquello que le pedían (cosas cada vez más complejas, como tocar una línea rítmica de bajo mientras ejecutaba a la vez una melodía), se dieron cuenta al instante de que el tipo no sólo era bueno, sino que también los sobrepasaba mucho como intérpretes.
No titubearon en aceptarlo, si bien pasó un buen tiempo antes de que se le considerara un miembro oficial de Depeche Mode.
No titubearon en aceptarlo, si bien pasó un buen tiempo antes de que se le considerara un miembro oficial de Depeche Mode.
Ya para su tercer y cuarto disco, Construction Time Again y Some Great Reward, las contribuciones de Wilder fueron más que notorias, y junto con Daniel Miller y Gareth Jones, se convirtió casi en un tercer productor del grupo. Pero Black Celebration, el trabajo que nos ocupa en esta ocasión, fue una especie de consagración para él. Fue donde sus habilidades quedaron exhibidas como en ningún otro disco de Depeche Mode y en el que se robó los reflectores durante los mejores temas, varios de los cuales hoy son clásicos indiscutidos en el catálogo de la banda.
A ello hay que sumarle un Martin Gore ya bien encarrilado y en su mejor forma como compositor, quien para este álbum se confirmaba como uno de los poetas malditos de su generación, uno de aquellos músicos incapaces de hallar satisfacción y paz mental; en las mismas ligas que Ian Curtis, Morrissey y Robert Smith.
La formación musical formal y el virtuosismo de Alan Wilder en los teclados, en conjunto con la poesía decadente pero no por ello menos bella de Gore, fue lo que permitió a la banda unificar dos corrientes musicales en apariencia contradictorias: el synth pop y el rock gótico. Ello sin demeritar, claro, las extraordinarias performances vocales de Dave Gahan y la.. ehhm... labor de apoyo de Andrew Fletcher.
Los sonidos industriales y pesados de Some Great Reward se atenuaron un poco en pos de composiciones ligeramente más accesibles y melódicas, pero que aún irradiaban una esencia asaz decadente, lo cual comenzaba a ser el sello distintivo del grupo y la faceta con la que parecían hallarse más cómodos. Atrás quedaron los ocasionales comentarios y críticas sociales de Martin Gore para darle paso a letras mucho más personales y románticas. Es en definitiva uno de los trabajos líricamente más interesantes de Gore.
Ya desde la grabación anterior, Alan y Martin habían conformado una muy efectiva mancuerna de trabajo. Gore asegura que el hecho de tener a aquél genio de los teclados dentro de la banda les proporcionaba una gran seguridad como compositores y en especial a él, pues le daba la sensación de tener a su lado a un profesor de música que supervisaba y corregía sus composiciones antes de llevarlas al estudio de grabación.
Para esta segunda placa del cuarteto, grabada en Berlín, habían jugueteado con la idea de "llevar a Depeche Mode al siguiente nivel" y de "vivir el disco", por lo que su trabajo dentro del estudio fue más exhaustivo que nunca: sesiones de grabación y masterización maratónicas, de alrededor de 14 horas diarias. El ambiente para todos se volvió tenso, estresante y hasta claustrofóbico. Todo ello se vio muy reflejado en el producto final.
Desde la atmósfera siniestra y negrísima de la pista titular, "Black Celebration", hasta el conmovedor cierre con la fan-favorite "But Not Tonight" (que la banda por fin decidió rescatar para su más reciente gira), esta quinta obra de Depeche no tiene desperdicio.
Al ser uno de los trabajos más introspectivos y personales del grupo, es también en el que Martin vocaliza más temas que ningún otro disco; cuatro para ser exactos: las bellas y muy honestas baladas "Sometimes" y especialmente "A Question Of Lust"; la muy infravalorada y desgarradora "World Full Of Nothing"; y el extraño experimento que es "It Doesn't Matter Two", la continuación del tema aparecido en el disco anterior, un tanto arruinada por ese permanente arreglo de coros sintetizados: demasiado bizarro incluso para los estándares de DM.
Gahan no se queda atrás con las demás joyas del álbum, como la angustiante y subvalorada "Here Is The House"; la oscurísima y sensual "Stripped", con sus magistrales sampleos y arreglos marca Wilder —hasta la fecha reverenciada y remezclada por infinidad de artistas y proyectos electrónicos—; y la osada "A Question Of Time", otro de esos temas de ejecución obligada en sus presentaciones y cuyo videoclip marcó el inicio de su fructífera relación laboral con el fotógrafo y productor Anton Corbijn, principal responsable de la imagen y el característico arte visual que la banda adoptó en sus siguientes trabajos.
El único detalle que podría criticársele a esta Celebración negra es que sus temas, en conjunto, adolecen un tanto de auténtica cohesión y se sienten más como un collage de canciones, pese que la mayoría de ellas funcionan muy bien de manera independiente. Son composiciones sólidas, maduras y las mejores que la banda había producido hasta entonces. Parecía mentira que eran los mismos tipos que alguna vez grabaron cosas como "See You" o "Dreaming Of Me". Y esto era apenas el comienzo.
«Your optimistic eyes seem like paradise to someone like me»
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