lunes, 16 de mayo de 2016

Radiohead - A Moon Shaped Pool, reseña

Radiohead A Moon Shaped Pool

2016 - A Moon Shaped Pool - Radiohead

A-

Burn The Witch
Daydreaming
Decks Dark
Desert Island Disk
Ful Stop
Glass Eyes
Identikit
The Numbers
Present Tense
Tinker Tailor Soldier Sailor Rich Man Poor Man Beggar Man Thief
True Love Waits


Mejor canción: ¿"Daydreaming"?, ¿"Identikit"?

Es probable que el nuevo trabajo de Radiohead sea el lanzamiento discográfico más importante que la industria musical verá en mucho tiempo. Y no tanto por la innegable calidad de la obra, sino por lo que el grupo y sus grabaciones de estudio representan para tanta gente.

Son el único conjunto activo de músicos capaz de suscitar tanta expectativa, de aglutinar toda la atención de medios especializados, entusiastas de la música y detractores por igual. 

Es de celebrarse que Radiohead haya salido, por ahora, de la catalepsia electrónica y la abstracción autocomplaciente presentes en su disco anterior, en canciones sueltas publicadas en los últimos años y en álbumes solistas y proyectos de Thom Yorke como Amok y Tomorrow's Modern Boxes

A estas alturas, a la banda poco le importan las melodías y los coros contundentes; menos aún las expectativas francamente ridículas que ubican al quinteto como los redentores del rock y falacias similares. 

En lugar de eso, Yorke y compañía se limitaron a grabar un racimo de canciones bellamente producidas y orquestadas, que reiteran el hecho de que la banda tiene su propia agenda a seguir, ubicada muy lejos de las expectativas rompe-esquemas de la crítica y los fans. 

A Moon Shaped Pool es un incesante vaivén emocional que tiende más hacia el lado depresivo de su principal compositor. Una mixtura de temas oscuros en los que logran colarse destellos luminosos y viceversa: piezas radiantes con un toque justo de pesimismo. Textbook Radiohead. 

En lo musical, parece más la continuación natural de In Rainbows que de The King of Limbs. Sus ensoñadoras atmósferas nocturnas y coqueteos con el jazz, el blues y el folk, transparentan ecos de Nick Drake, Portishead y Björk, aunque impregnados del inconfundible sello compositivo de Thom Yorke. Hay algo que une a todas estas canciones, una especie de elegancia inasible que sólo Radiohead puede confeccionar. 

Los arreglos sinfónicos y de guitarra clásica dejan claro que Jonny Greenwood está cada vez más cerca de convertirse en un multiinstrumentista neoclásico —a la Philip Glass y Steve Reich—, y cada vez más lejos de
 sus días como guitarrista marcado por el rock alternativo y la radio colegial de los 80. Y ello, por supuesto, repercute en el sonido de todo el grupo. 

En contraste, la separación de Thom con la que fue su esposa durante más de 20 años parece ser un punto nodal en las letras del disco y en particular en la muy esperada "True Love Waits". 

Mi hipótesis es que, para este corte, el cambio de arreglos y de algunos acordes fueron necesarios no sólo para que la composición encajara mejor en el álbum, sino también para dejar en claro —de una buena vez— que ésta no es una canción de amor (creencia por la que tantos fanáticos la celebran a la menor provocación). Su verdadera naturaleza se revela al leer entre líneas: versan más sobre una relación desgastada por el flujo constante de la monotonía, que acerca de una pareja felizmente inmersa en una dinámica colmada de lugares comunes.  

Y son este tipo de canciones y mensajes con los que Yorke nos golpea de frente, una y otra vez, con sus habituales dosis de realidad respecto a la condición humana y las relaciones interpersonales. Ineludible, inapelable. Para algunos resultará cansino. A otros tantos, nos sigue moviendo las entrañas. 

Radiohead ha entregado un gran álbum. Y eso, en tiempos de una escasez cualitativa que parece aquejar a la escena musical toda, es digno de aplaudirse.

P.D: "Spectre" habría sido una gran inclusión y no hubiera desencajado para nada con el resto del disco. Una pena que se quedara en calidad de lado B. 


«Dreamers. They never learn»